José Luis Cañas Fernández

Universidad Complutense de Madrid

Excmo. y Mgfico. Sr. Rector de la Universidad Técnica Particular de Loja-UTPL; distinguidas autoridades de la ciudad de Loja; estimados ponentes y profesores; queridos alumnos, amigos y amigas, un saludo muy cordial a todos:

Quisiera compartir con ustedes unos breves postulados o propuestas novedosas en torno a los conceptos de persona y de rehumanización, y fijar unas ideas básicas para la construcción de las Ciencias de la Persona que, a mi modo de ver, necesitan y demandan nuestras sociedades actuales.

La capacidad de las personas para destruirse, es decir el camino de la deshumanización, o para construirse, es decir el camino de la rehumanización, desde el punto de vista de una antropología filosófica o fundamental pone de manifiesto la existencia en los seres humanos no sólo de factores biológicos, psicológicos o sociales, sino también de estructuras espirituales universales que podemos llamar ‘estructura personal trascedente’.

Mi tesis es sencilla: en la medida en que las ciencias y las técnicas actuales ya no sirven para explicar esa estructura trascendente de la persona, es decir su vivencia de la libertad-responsabilidad, de la verdad, del amor, de la comunicación, de la esperanza, y de la belleza, necesitamos construir unas ciencias experienciales o ciencias vivenciales nuevas que podemos llamar Ciencias de la Persona o Ciencias Personalistas (CCPP).

A continuación paso a desarrollar esta propuesta esperanzadora en los dos epígrafes que dan título a mi conferencia: 1-El paso de las Ciencias Humanas a las Ciencias de la Persona, y 2-El concepto de rehumanización.

1-El paso de las Ciencias Humanas a las Ciencias de la Persona.

Lo primero sería ver de dónde partimos y dónde estamos en la actualidad. Desde el arranque de las CCHH en el siglo XIX con Comte, el siglo XX ha sido testigo de la deshumanización individual y colectiva más grandes de la Historia. En la primera mitad las dos guerras mundiales supusieron una deshumanización colectiva sin precedentes en la Humanidad. Autores como Edmund Husserl, que habló de ciencias y hombres de “meros hechos”, o Karl Jaspers, quien denominó a su tiempo “época técnico-científica”, pusieron en evidencia unas ciencias y unas técnicas incapaces de encontrar formas adecuadas de vida humana. Y en la segunda mitad del siglo XX nos encontramos con la deshumanización individual causada por las adicciones y las esclavitudes existenciales de todo tipo.

Es verdad que, en su parte positiva, el siglo XX nos ha dejado grandes logros y avances en pro de la Humanidad como la asistencia sanitaria generalizada o la educación universal; pero también nos dejó un pesado lastre de deshumanización en forma de 1-escalada armamentística, 2- aumento exponencial de las adicciones, y 3-el gravísimo problema en el mundo de la pobreza y la hambruna aún sin resolver. Sobre esta deshumanización brevemente podemos dar algunos datos recientes.

1.     Escalada armamentística: En 2014 han aumentado los conflictos armados y el gasto armamentístico en el mundo de suerte que sólo en este año han causado 60 millones de personas desplazadas por su causa.

2.     Aumento de las adicciones: En 2013, según datos del Informe Mundial sobre Drogas de la ONU difundidos la semana pasada (26/06/2015) en Viena, 246 millones de personas consumieron estupefacientes ilegales en todo el mundo, a causa de las cuales murieron 187.100 personas.

3.     Pobreza y hambruna: Según el último informe del Banco Mundial, todavía viven en el mundo 1200 millones de personas en extrema pobreza, y si bien es verdad que la situación ha mejorado en los últimos años, es inaceptable que más de mil millones de personas aún malvivan así, dado los recursos disponibles de la Humanidad.

En conclusión, la pobreza y la hambruna en el mundo, la mentalidad adictiva generalizada y las adicciones de todo tipo, la trata de personas y la explotación sexual, la violencia de género y la violencia en general, y el tráfico armamentístico en todo el planeta…, son las distintas formas de deshumanización o esclavitudes actuales que para ser superadas necesitan nuevas ciencias y nuevas teorías que fundamenten nuevas prácticas y nuevos modelos terapéuticos auténticamente liberadores y eficaces para las personas.

Nosotros proponemos hacer ciencias apoyadas no en sistemas o modelos antropológicos de hombre-abstracto, como los posmodernismos, neopositivismos, deconstruccionismos, pensamientos débiles o pensamientos líquidos, o los transhumanismos actuales, sino hacer ciencias apoyadas en modelos que contemplen como centralidad de su actuación a la persona singular y concreta.

Justamente la práctica de la rehumanización se basa en una filosofía de vida personalista que siempre prioriza a la persona y no a sus objetos (conducta violenta, adictiva, etc.), fundamentada en una antropología personalista que propone a las ciencias y a las técnicas actuales aplicar sus descubrimientos de forma rehumanizada y rehumanizadora. Sobre la práctica de la rehumanización remito a mi obra, recién actualizada y publicada por esta Universidad, Antropología de las adicciones: Educación, Psicoterapia y Rehumanización (UTPL, Loja-Ecuador, 2015).

2-El concepto de rehumanización.

El concepto de rehumanización se encuentra en la teoría de la logoterapia de Viktor Frankl, obra publicada por primera vez en 1946, concretamente en un epígrafe titulado “La psiquiatría rehumanizada”, y, en general, lo encontramos diseminado por otras obras suyas. Pero en su conjunto Frankl no desarrolló una praxis personalista a partir de este concepto, ni desplegó la idea en su ‘razón existencial’, ni la aplicó al conjunto de la historia como vector historiológico de la Humanidad, etc., aunque ciertamente en su época tampoco hizo tanta falta como en la actual.

Pero los antecedentes de la rehumanización los podemos rastrear en los principales movimientos y corrientes del pensamiento del siglo XX como la fenomenología, el pensamiento existencial, el humanismo, y, por descontado, en el pensamiento dialógico y el personalismo. En efecto, si ampliamos nuestra mirada, podemos ver que los fundamentos teóricos de la rehumanización se hallan dispersos por las principales filosofías y escuelas humanistas del siglo XX, y llegan hasta nuestros días a través de autores como, por ejemplo, Jacob Levy Moreno, Gabriel Marcel, José Ortega y Gasset, Emmanuel Mounier, Abraham Maslow, Karol Wojtyla, etc., e incluso si miramos más atrás podemos ir hasta los comienzos del pensamiento cristiano y a los mismos orígenes de la filosofía griega.

La rehumanización, como praxis que comienza y termina en la vivencia y la experiencia de los seres personales, se basa en la estructura antropológica universal que yo llamo “estructura personal trascendente”, es decir en la “bondad-verdad”, la “libertad-responsabilidad”, el “amor”, la “comunicación-relación”, la “esperanza”, y la “belleza”, auténticas categorías antropológicas que antes que ideas teóricas son ámbitos relacionales y vivenciales de todas las personas.

La integración de teoría y práctica en una antropología personalista actual, como la llevada a cabo desde movimientos como la Asociación Española de Personalismo-AEP y la Asociación Iberoamericana de Personalismo-AIP, nos permite ver que poco a poco se van abriendo caminos hacia una educación, una política, una sociología, una economía, una bioética, una medicina, una psicología, una farmacología, unas ingenierías y unas tecnologías rehumanizadas y rehumanizadoras, es decir unas Ciencias de la Persona que aportan resultados evaluables en términos eficacia social y, sobre todo, frutos visibles de paz y de esperanza para las personas singulares.

La teoría de la rehumanización propone pasar de ‘las cosas mismas’ a ‘las personas mismas’, es decir cambiar el famoso lema de la fenomenología de hace un siglo “¡vuelta a las cosas mismas!” (Zurück zu den Sachen selbst!) por el de “¡vuelta a las personas mismas!” (Zurück zu den Personen selbst!). Este sería un cambio profundo de mentalidad realista y factible porque las personas, por muy deshumanizadas que estén, siempre pueden volver a nacer y ‘volver a ser persona’, en definitiva porque ‘mientras hay persona hay esperanza’.

En síntesis, y como resumen de lo que llevamos dicho, podemos concluir con claridad tres postulados:

1º.- Que las Ciencias Humanas, las Ciencias de la Salud y las Ciencias Tecnológicas tradicionales hoy día son insuficientes para llevar a cabo la auténtica rehumanización que necesita el mundo globalizado en que vivimos. Esta tarea pensamos que sólo es posible desde un paradigma epistemológico nuevo que los autores personalistas podemos llamar Ciencias de la Persona, y es el mayor reto de cualquier sociedad del conocimiento y de los gobernantes responsables para la creación de las condiciones materiales y espirituales donde ningún ser humano se sienta excluido o marginado, ni se ignore su dignidad de persona.

2º.- Que la rehumanización es un magnífico modelo actual de praxis personalista para una educación preventiva y curativa realista, que podemos llamar práctica de la rehumanización’ y que es justamente la que nos permite hablar con optimismo hoy de Ciencias de la Persona, y 

3º.- Que un mundo mejor es posible porque es posible una persona nueva a condición de que nuestras ciencias y nuestras técnicas las veamos con ojos nuevos de rehumanización.

En definitiva, unos nuevos ojos, y con ellos termino, como los que describió Jacob Levy Moreno hace un siglo de esta forma tan bella:

Y cuando esté cerca de ti te quitaré tus ojos

y los colocaré en el lugar de los míos,

y tú me quitarás mis ojos

y los colocarás en el lugar de los tuyos,

y entonces te miraré con tus ojos

y tú me mirarás con los míos”.

Muchas gracias por su atención.

JLC.