(Comunicación presentada en las VIII Jornadas de la AEP: Bioética personalista: fundamentación, práctica, perspectivas

Universidad Católica de Valencia Valencia, 3-5 de mayo de 2012)

 

Permítanme que inicie esta comunicación con una de las ideas clave con las que el cardenal Sgreccia, ex presidente del consejo pontificio para la vida, inicia su “Manual de Bioética”:

no se podrá prescindir de una antropología de referencia en la que el valor de la vida físico corporal, del amor conyugal y de la procreación, del dolor y de la enfermedad, de la muerte y del morir, de la relación libertad-responsabilidad, individuo y sociedad, tenga su marco y valoración ética. El pensamiento personalista, el de un personalismo ontológicamente fundado, encuentra en esta reflexión un punto de enriquecimiento y de confrontación cultural” [1]

Pretendo en este breve espacio de tiempo que ocupa esta comunicación dar una breves, aunque no por eso menos importantes, claves de lo que, a mi modo de ver podría se en palabras del cardenal “una antropología de referencia” que nos sirviera para poder fundamentar una bioética que se quisiera con rigor y que pudiera dialogar con el pensamiento contemporáneo.

En  mi opinión, la filosofía española de corte orteguiana da buena cuenta de esta pretensión. Ortega, y con él y más allá de él, sus discípulos, nos han mostrado un camino nuevo para enfocar el análisis de la vida humana y por ende de la persona.

Con Ortega, Zubiri, Marías, Laín, Aranguren sin olvidarnos, aunque desde otro enfoque y metodología, Unamuno, han dado claves interpretativas filosóficas para una nueva metafísica que, lejos de tratar la vida humana como una cosa , como sustancia, han descubierto que el modo auténtico de enfocarla es como realidad radical donde descubro todas las otras realidades radicadas. De ahí el exquisito tratamiento de la persona como “la forma de realidad que pertenece a ese Alguien, a ese yo inseparable de su circunstancia, sea esta cualquiera” [2].

Concretamente en esta comunicación vamos a analizar el pensamiento de Marías sobre esta realidad crucial que es la persona. Lo voy hacer siguiendo el siguiente esquema:

  1. Breve recorrido del análisis de “persona” en el pensamiento de Marías
  2. Refutaciones contemporáneas
  3. Aportaciones sobre la realidad “ persona” en Julián Marías
  4. Conclusión

  1.  El carácter personal de la vida humana fue oteado por Marías en sus primeras obras, mucho antes de darle alcance con rotundidad en su obra central Antropología Metafísica y fundamentar toda su filosofía posterior en lo que el profesor Carpintero llamará “ una filosofía de la persona”

“El último Marías, si se puede hablar así, gira en torno a una filosofía de la persona. No ha perdido de vista la realidad radical de mi vida sino que ha ido viendo que el análisis de ella descubre una serie de estructuras: la analítica…., también la empírica cuyo conjunto vimos que es lo que llamamos hombre. Pero la respuesta última no acaba en el hombre sino que hemos de llegar a la persona donde se integran los dos planos precedentes” [3].

 Esta cita resume perfectamente cuál ha sido el proceso evolutivo en la reflexión sobre la vida humana en su dilatadísima vida intelectual y cómo ese proceso termina centrándose en el hallazgo capital: la persona, empezando por una de sus primeras obras de 1947 Introducción a la filosofía, especialmente en su capítulo VI dedicado a la estructura de la vida humana y en el XI donde trata el tema de la pervivencia. En parte tiene como referencia uno de sus primeros libros, su Miguel de Unamuno, de 1943 donde ya se refiere a los rasgos que definen lo personal de la vida humana.

Dando un salto en el tiempo será en su obra central, Antropología Metafísica, de 1970 donde explicitará de forma definitiva su reflexión sobre el carácter personal de la vida humana de forma que toda su producción bibliográfica posterior no será sino un matizar, desplegar lo que aquí se escribió. Todo estaba dicho en esta obra.

Subrayaremos, por último, dos obras posteriores dedicadas a la persona: Mapa del mundo personal (1993) y Persona (1996). Es de esta última donde voy a ofrecer las referencias textuales en el transcurso de mi comunicación.

 2. Vamos ahora a refutar con ayuda de Marías, algunas de las actitudes e ideas que son referencia en la antropología contemporánea, sobretodo en cierto pensamiento contemporáneo. Para ello traigo a colación algunos párrafos del libro de Marías  “Persona” que nos ayuden a tener algunas claves filosóficas de lo que creo no es un auténtico enfoque a la hora de analizar a la persona.

a. Relativización del cuerpo

¿Qué lugar ocupa el cuerpo o mejor dicho la corporeidad humana en el discurso reflexivo de nuestra sociedad y, más aún, en la vida cotidiana de nuestros contemporáneos. A mi modo de ver dos son las relativizaciones que la dimensión corpórea ha sufrido a lo largo de la historia: una la que entendía el cuerpo como impedimento del auténtico desarrollo humano al considerarlo lugar que entra en contraste con la razón, el espíritu, el logos entendido como la esencia de las cosas y por ende de la vida humana despojada de cualquier obstáculo que no dejara ver la verdad que sólo puede ser apresada por la razón desencarnada. El cuerpo era lugar de los sentimientos, de la pasión y por tanto era algo parcial, llamado por su misma naturaleza a ser llevado por los aires del relativismo, del sentimentalismo, sino del vicio y del pecado.

Sin embargo el péndulo de la idea del cuerpo ha oscilado últimamente hacia el polo opuesto haciendo de este un lugar desligado de la vida entendida esta en su integridad, Se le concibe como mera materia, puro soporte biológico que nada tiene que ver con los proyectos de una vida humana que se quiera auténtica.

Ante estas dos posturas que relativizan el cuerpo, una por no darle en lugar adecuado en la vida humana rechazando su auténtico valor, otra tergiversando su misión y separándolo de la vida como realidad integral, la antropología de Marías nos permite comprender la corporeidad de la vida humana como algo esencial en ella. Veamos algunos textos que nos ilustran esta idea:

“El descubrimiento de la persona humana acontece mediante un dato primario y esencial pero acaso desorientador: la corporeidad….El soporte carnal hace posible la inserción del hombre en el mundo” [4].

“Es esencial que la presencia de la persona, tanto ajena como la propia- esa que soy yo- acontezca por lo pronto corporalmente, pero no consisto en la percepción del cuerpo; se denuncia en él pero está más allá” [5].

b. Hincapié en lo fugaz

Es curioso que en una época donde la tecnología ha avanzado tanto y los descubrimientos científicos nos invitan a ir cada día más allá de lo que creíamos posible, se esté dando en las actitudes de nuestros contemporáneos un cierto infantilismo entre cuyos rasgos está un vivir situados en lo fugaz, en lo inmediato. Queremos las cosas ya y ahora. No estamos educados para la espera, para el proyecto que se va elaborando pacientemente. La paciencia no es la virtud más de moda. Sin embargo, la vida humana, y por ende su aspecto personal intrínseco consiste en proyecto, en quehacer, en elaboración y por tanto con grandes dosis de imaginación , creatividad, y tiempo:

“La persona es una realidad proyectiva, futuriza, que escapa al presente y lo trasciende” [6].

“El futuro es ingrediente de todo lo personal pero sin entenderlo como lo que será porque la inseguridad pertenece a toda proyección personal” [7].

“A diferencia de las cosas, la vida personal no se reduce a lo presente y por tanto a la realidad en el sentido de lo que es” [8].

c. Carácter estático de la vida humana

Acostumbrados durante siglos a analizar la vida humana como una cosa más entre las cosas, no hemos caído en la cuenta de que era un mal análisis que ha tenido como consecuencia más grave el desconocimiento de esta realidad que es mi vida. Esta dimensión cosificadora de la vida oscurece la verdadera realidad y como consecuencia de ello la vida se estatifica y se analiza desde parámetros utilitaristas. La aportación de la filosofía española orteguiana ha sido crucial a la hora de dar un viraje a este concepto de vida descubriendo que ésta es una realidad dinámica, proyectiva. Marías en el libro que estamos tomando como referencia nos dice:

“La persona, por su irrealidad, inseguridad y contingencia es lo más vulnerable pero con un núcleo invulnerable, precisamente porque no está “ dada” no se puede decir de ella “ esto es” porque “ está siendo”,“va a ser”……La realidad de la persona introduce inseguridad y grados de plenitud» [9].

“Las categorías que hacen posible la comprensión de la persona nada tienen que ver con las usadas para la intelección de las cosas” [10].

De ahí el elenco distinto de categorías que la singular realidad de persona tiene distintas de las que hacen referencia a las cosas: Mismidad que no identidad, la persona acontece no sólo es, imprevisible, libre, futuriza, irreal, inseguridad intrínseca de mi vivir pues es proyectiva, opacidad haciendo referencia a la intimidad, pero a su vez, transparencia en cuanto es relacional, es decir, la persona es una interioridad abierta, etc.

d. Ausencia o infravaloración de la intimidad

La persona es a la vez intimidad y trascendencia…….La persona es una interioridad abierta” [11].

Intimidad y exterioridad, intra y extra, ensimismamiento y alteración utilizando la expresión orteguiana, esa es la realidad integradora de mi vivir. Una y otra dimensión se necesitan para que la vida humana sea lo que es, la realidad radical en la que todas las demás realidades radican.

e. Inestabilidad esencial de la vida humana

“La forma de realidad de la persona, si se considera su vivencia directa, se podría describir como permanencia del proyecto”….es decir, la vida humana tiene un doble carácter: permanente y argumental” [12]. 

f. Banalidad de la dimensión sexual

La insistencia en concebir actualmente la vida humana como dos realidades independientes del cuerpo y el alma o espíritu ha dado lugar a pensar el cuerpo, o mejor dicho, la corporeidad o dimensión corporal de nuestra vida como algo que es separable de nuestros actos más personales. Así sucede con la dimensión sexual. Marías acierta al distinguir lo sexual de lo sexuado, dos dimensiones de la misma persona que deben interrelacionarse para comprender en su integridad la realidad persona. Por eso:

“a través del cuerpo amado se llega a la persona porque es “su” cuerpo no un cuerpo impersonal…….se llega a la verdadera presencia” [13].

g. Banalización de la mortalidad humana

La mortalidad humana es negada en nuestra sociedad desde dos posiciones distintas. La primera es aquella que la niega por la vía de la ausencia, de la “retirada” del panorama vital. La muerte escandaliza y todo lo que escandaliza hay que apartarlo del ámbito social. La segunda es la que la niega por la vía de la trivialización. Qué mejor forma de negar algo que restándole importancia o mostrándolo como algo espectacular. La muerte ya no causa estupor, preguntas, al menos en lo que se ve a primera vista. Por eso es interesante la reflexión que , desde Unamuno, Marías hace sobre la mortalidad humana:

“El hombre sabe que ha de morir, cuenta con ello, se ve como temporalmente limitado entre el nacimiento, que no ha vivido, y la muerte, que no ha llegado” [14].

Interesante a su vez la distinción que hace entre muerte biológico y muerte personal o biográfica. No es la destrucción de la corporeidad sino la eliminación del futuro. Con la muerte desaparecen sus proyectos que es en lo que consiste la vida humana.

h. Insistencia en los aspectos superficiales de lo humano

Por fin, y como consecuencia de las reflexiones anteriores, Marías observa que se insiste fundamentalmente en los aspectos superficiales de la vida, quizá por no atreverse a ver de cara los grandes interrogantes de la vida, quizá por no tener respuesta, quizá por tenerla y no querer asumirla. Sea por lo que fuere, vivimos en un mundo que subraya lo superficial. No dudo que siempre hay quien viva la vida con profundidad y n o seré yo quien haga una crítica global a esta sociedad llena también de grandes logros. Pero en medio de ellos reaparece sin cesar este otro aspecto baladí, falto de raíces, alejado de la dimensión trascendente de toda persona. Marías insiste en esto:

“La insistencia en lo colectivo, en los aspectos más superficiales de lo humano…en el placer o en el dolor, en detrimento de la noción estrictamente personal de felicidad….el olvido de la cuestión de la supervivencia tras la muerte….ha apartado la mirada de la realidad de la persona relegada a un puesto marginal” [15].

III. Brevemente voy a enunciar las aportaciones que Marías hace a la realidad persona y que pueden servirnos como elementos de reflexión para una bioética personalista:

  1. UNICIDAD: La persona va mucho más allá de la individualidad. La persona no es intercambiable por ninguna otra realidad.
  2. NO AISLAMIENTO: Le pertenece a la persona de forma esencial la PALABRA. A través de ella nos nombramos a nosotros mismos en esta dimensión vocativa que tiene el nombre propio que hace singular a cada uno de nosotros; a su vez a través de ella nombramos a las demás cosas interpretándolas y haciéndolas mías, incorporándolas a mi mundo.
  3. La Palabra tiene que ser RAZÓN. Es decir, responde a la condición futuriza de la persona, a su carácter proyectivo, a la inclusión de lo irreal en lo real.
  4. CONDICIÓN SEXUADA Y NO SÓLO SEXUAL: En cuanto que es intrínseca y permanente. El carácter sexuado de la vida humana no es una delimitación biológica sino un estar biográfico, un desde donde cada uno hace su vida proyectada hacia lo otro que no es él. Por eso la importancia de distinguir uno y otro aspecto de la vida humana en esta dimensión concreta: lo sexual y lo sexuado:

“La actividad sexual es una reducida provincia de nuestra vida, muy importante pero limitada, que no comienza con nuestro nacimiento y suele terminar antes de la muerte, fundada en la condición sexuada de nuestra vida en general que afecta a la integridad de ella, en todo tiempo y en todas las dimensiones” [16].

  1. LA TEMPORALIDAD PERSONAL ES EXCLUSIVA:

“No consiste en estar en el tiempo ni en la mera duración sino en la presencia del pasado y del futuro” [17].

  1. EL SABERSE MORITURUS: Contar con que tiene que morir es una dimensión radical de la persona humana que debe ser asumida en el ámbito de su vivir para saber a qué atenerse. Dos son las cuestiones fundamentales que toda filosofía debe responder si quiere ser un instrumento válido para la vida humana: ¿quién soy yo? Y ¿qué será de mí? Si dejo de responder a la segunda la primera carece de sentido.
  1. CONEXIÓN TEMPORALIDAD-CORPOREIDAD

“La persona no se da de un modo instantáneo. El nacimiento se produce en un estado de la persona que podemos llamar implícito; está latente durante un período relativamente largo y se va manifestando y tomando posesión de sí mismo de lo que ya era. Hay un largo proceso de personalización de quien desde siempre fue persona y que consiste en imaginación y proyección [18].

IV. Concluyamos con este texto de Marías:

Yo no tengo un cuerpo, ni soy mi cuerpo, con el cual me encuentro como con el resto de la realidad; yo soy corpóreo, alguien corporal….La persona vive, se proyecta, imagina, duda, interroga, teme desde su cuerpo inseparable  y por supuesto en el mundo, que es dónde está precisamente por su corporeidad”.

BIBLIOGRAFÍA

 Marías, Julián: Antropología Metafísica. O.C, X.

Idem, Persona, Alianza Editorial, Madrid 1997.

Sgreccia, Elio.  Manual de bioética. Ed. Diana, Instituto de Humanismo en ciencias de la salud, México, 1996.

Carpintero, Helio. Julián Marías. Diputación provincial de Valladolid, 2001.

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[1] Sgreccia Elio, 1996,p 40

[2] Marías Julián, 1996, p.3

[3] Carpintero, Helio, 2005, pp.44-45

[4] Marías Julián, 1996, pp. 14-15

[5] Idem, p.15

[6] Idem, p.15

[7] Idem, p.23

[8]Idem 31

[9] Idem, pp.17-18

[10] Idem p. 20

[11] Idem, pp.17. 24

[12] Idem pp.21-23

[13] Idem, p. 24

[14] Idem, p. 33

[15] Idem, p. 49

[16] Marías Julián, 1970, pp. 113-114

[17] Marías Julián, 1997, p.129

[18] Idem p. 130