Antropología filosófica de la educación en un marco personalista

Una adecuada explicación de la persona reconoce que, en primer lugar, cada una es irrepetible o única: la identidad sincrónica de una persona depende de su pertenencia a la especie humana, algo que mantiene desde la concepción hasta su muerte, y una narración da cuenta de su identidad diacrónica. A la vez, en segundo lugar, aquella explicación no pasa por alto que cada persona es una realidad interpersonal. La unión interpersonal vivida en el nacimiento y en la primera infancia es en condiciones normales el más decisivo escenario paradigmático para las personas. El hilo conductor de la existencia de las personas es volver a vivir ese escenario según el tipo de relación interpersonal correspondiente en cada ocasión (ordo amoris). En el contexto de una cultura naturalista, la recuperación de la figura del maestro interior puede ayudar a reconocer que, por su naturaleza, la persona humana está dotada de dignidad. Es otro rasgo, el tercero, de una genuina explicación del ser persona. Actualizar el diálogo con ese maestro es una manera de evitar los excesos del racionalismo y el emotivismo. Y, por último, una explicación correcta de la realidad personal asume que la mayor o menor libertad de las personas deriva de su mayor o menor libertad de corazón, fruto de su mayor o menor liberación de obstáculos no solo externos, sino también internos. El desarrollo del proceso educativo será acertado, si discurre en el cauce que dibujan esas cuatro características en que se resuelve la elucidación del ser persona.

Tipología

Artículo

Numero Revista

9

Año

2019

Autor

Ortiz, Eduardo

Etiquetas

irrepetibilidad, amor interpersonal, dignidad, libre al- bedrío y libertad de corazón, educación