PABLO ALZOLA, El silencio de Dios en el cine

La última obra del profesor Alzola abre con cita de Góngora y dedicatoria a la memoria de su padre; un dato no menor en el que, quienes tenemos la suerte de conocer al autor, leemos evidentes síntomas –y una auténtica declaración de intenciones– del humanismo y la vocación que informan el trabajo del filósofo, comunicador y experto en cine. Ya en su prólogo, Eduardo Torres-Dulce cataloga El silencio de Dios en el cine como un extraordinario tratado de cine, un original y provocativo viaje filosófico y teológico a través del medio fílmico (p. 12). Y no hay hipérbole ni cortesía académica en tamaño juicio. En esta su segunda monografía –tras aquella que dedicara al estudio del hogar en la obra del director estadounidense Terrence Malick–, inspirada por el visionado de la película El gran silencio (Die Große Stille, 2005) un Sábado Santo en pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus, el Dr. Alzola eleva, desde una literatura ágil y comprometida, una invitación a la reflexión humanística a partir de la experiencia filosófico-fílmica y con base en una antropológica cristiana.